En algunos sueños ves tu cuerpo desde fuera, como un
observador lejano y ecuánime, incluso indiferente.
Algunas veces me miro de esa manera. Hace ya un mes y pico que aparecía ya el
dolor agudo e impertinente en el tobillo derecho. Desde noviembre voy al Centro
de Salud a que me curen una picadura que fue a más y a más y que ahora es
herida que se extiende como el fuego por el mapa de Bonanza por mi pierna. En
la noche, intento que el cuerpo no se agarrote con los pinchazos y hago un
ejercicio de concentración máxima para la relajación... cuando lo consigo me hallo
como gusano blanco en su madriguera, con las sabanas y mantas hechas un
revoltillo, luchando porque el dolor no afecte a mi mente. No me gusta lo que
veo —siempre pasa lo mismo cuando pierdo peso a un ritmo bueno—, pero el fin
último no es hacer leña de la panza caída y la deformidad manifiesta de mis
hechuras, sino frenar la tensión y conseguir así dormir.
Estaba orgulloso del resultado de esa misión hasta que el
agotamiento se ha instalado ya tanto que la distorsión, esa lente con
aberraciones de oscuros presagios, campa a sus anchas con cualquier mínimo
detalle. La reacción no deja de ser buena, pues identifico el proceso de
deformación de la realidad en tiempo record. Pero muchas veces la realidad se
impone a la propia desviación mental dejando caer su fría mano sobre el gusano,
que ya apenas se retuerce, paralizado porque ya se ha visto superado.
Y así, vuelvo a mi ser, destemplado y legañoso. Ocurren cosas que están fuera
de tu entendimiento, pero te afectan mucho. Ya aquí no hablo de distorsiones o
dolores físicos, sino de la sensación de abandono y pérdida, de la de sentirse un
mindundi vapuleado por no comprender nada.. Ya estaba forjándose desde
principios de semana. Nada de lo que HAGO tiene ya gracia ni nada parecido. Mis
montajes imbéciles y escritos absurdos no gustan a demasiada gente. Es estúpido
decir que solo los hago para mí. Eso es una falacia. Yo me entretengo
haciéndolos pero quiero tener un feedback que no consigo normalmente, y menos
con las cosas de las que me siento más orgulloso, si es que eso es orgullo y no
vanidad pura y pedante. El mundo virtual es importante para mí en tanto en
cuando trae a mi lado lo que no tengo en el mundo material, aunque yo ya no
hago diferenciación. Mi vida de ermitaño, encerrado consecutivamente por una
dieta, por una pandemia y por una pierna, se complemente con la vida en la sociedad
de las redes. A veces hay terremotos por allí, aunque nadie que no sea uno se
entere. Evito toda confrontación, pero a veces existe. Nunca la esperas, pero
peor aún es cuando lo que ocurre no es ni refriega con bajas, si no fría
distancia.
Todas las relaciones humanas son asimétricas, lo he dicho un montón de veces
donde me han dejado exponerlo. Esa asimetría es tan real. Pues bien, cuando la
asimetría para a directamente a vidrio volcánico, caótico y rápido, a combustión
instantánea, el que pierde es el que se queda dentro del círculo trazado por
los años y los comunes acuerdos que son las amistades.
Mirando desde fuera vuelvo a verme. El gordo gusano se sienta, desayunando su
pan de viernes. El gato salta sobre su espalda, siente todo el peso del minino
concentrado en una única uña clavada en la piel. La miasma brancuzca grita
mucho, y lo que dura apenas dos segundos le parece una eternidad. Derrotada ya
toda defensa de fosos y almenas del cuerpo, el dolor del aguijonazo, tan rápido
e inesperado, unido al de la herida recién curada y a ese bocado de autoestima desgarrada que late
y expulsa la bilis negra que le sobrevino ayer, rompe a llorar con la boca
llena de pan y aceite, el apetitoso desayuno que solo reserva la gran oruga
para los fines de semana y exhala un grito de impotencia y sangre.
Me giro a mí mismo que miro desde fuera y digo: ya está bien.
Pues sí, ya es más que suficiente.
Le deseo a todo el que lea esto que jamás le ocurra nada similar.
Yo y el gusano estaremos solos, y más o menos bien.
Solo soy una anécdota en la vida de muchas de las personas que me importan.
Asumir este desapego involuntario —o algo buscado, puede ser también— es lo que
me hará salir del bache.
Espero que pronto.
Título robado a Bram Stoker
Dibujillo mangado a Hideshi Hino
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