En este día que pasa de regular a malo he visto en mi plataforma
preferida —FlixOlé— una peli de la que desconocía su existencia y miren ustedes que me gusta el género de los
conquistadores españoles en las Américas. Se llamaba Cabeza de Vaca. Nacida con
El Dorado de Saura a la candelita de los dineritos del 500 Centenario narra a pinceladas
el primer viaje de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca en la expedición de Pánfilo de
Narváez con la misión de conquistar La Florida. Por motivos que no se explican
muy bien en la peli hay un naufragio y las naves se separan. Después llegan a
una playa donde son hostigados por los indios, sobreviviendo cuatro de ellos. A
Cabeza de Vaca —interpretado por Juan Diego— lo dan de esclavo a un hechicero
que se hace acompañar por un enano que no tiene brazos. Estos lo llevan a
maltraer y se ríen de él. Poco a poco va trabando una relación mejor… pero tampoco
muy buena. Una tribu solicita al curandero para curar al hijo del cacique de allí…
van los tres y esta vez hace beber a Alvar el bebedizo místico. Lo están
curando y el español se viene arriba y cura por implantación de manos el ojo
del amigo. Con esto gana su libertad y la vuelta del crucifijo que le habían
arrancado el día de su captura. Va curando de sitio en sitio. Algún tiempo
después encuentra a sus tres compañeros. Y así es como va la peli en donde
pasan algunas cosas más hasta que se vuelven a encontrar con una villa española…
8 años después de haber zarpado de Cuba.
He visto la peli con gusto a pesar del poco diálogo y de que cuando hablan en
lenguas amerindias no ponen subtítulos ni nada. Juan Diego hace de histriónico
conquistador, que había sido nombrado tesorero por Carlos I. Y como indicaban
los créditos estaba sacado del libro Naufragios del mismo Alvar Nuñez. Ya me he
entretenido en buscar los pormenores así rápido del personaje, que
efectivamente pasó esos 8 años haciéndose pasar por curandero, mezclando las
cosas que había allí aprendido con los indios y los conocimientos que tenía
como soldado en las guerras de la Liga Santa que lo llevó hasta Italia. Uno de
sus compañeros, Esteban o Estebanico, parece ser que fue el primer hombre
africano en pisar América del Norte, pues parece que fue esclavo negro nacido
en Marruecos. Es increíble la vida de estos hombres. Primero soldado por
Europa. Después el recorrido que le llevará desde Florida pasando por los estados actuales de Alabama, Misisipi, Texas, Nuevo México para
entrar en México por Sinaloa y concluir su viaje en la capital. Cuando pisó
civilización después del periplo, y según la película, —el libro ya está
localizado para a ver si puedo leerlo— ya confundía a Dios con el dios del hechicero,
pero diciendo que sólo había un único Dios. Y también asumió que todas las tierras
por las que anduvo eran de Nueva España… ¡Tú eres España! —señalando al jefe de
la guarnición donde llegó—, ¡Esto es España! ¡Aquello es España! —dijo mirando
las montañas y el horizonte—. De hecho pasaron a ser territorio conquistado. Y
bueno después volvió en un segundo viaje a América y descubrió para el hombre
blanco las Cataratas de Iguazú.
No es lo único que he visto en esta semana de progresivo malestar mental y
físico. Se me ocurrió ver una novedad de Netflix, El cuerpo en llamas. ¿Por qué?
—me diréis—. Pues porque me fascinaba el caso del crimen de la policía local de
Barcelona. Yo viendo una serie mainstream pero española es raro. No sé si
sabréis la historia esta, pero la cosa está en que un tío aparece quemao en su
coche. Y a partir de ahí los sospechosos comienzan a salir a la luz. Problema
con la serie de marras… no te cae bien nadie. O sea, ni el muerto, ni los
sospechosos, ni los supuestos asesinos, ni ná. La cosa se centra en Rosa Peral,
una atractiva poli local interpretada por Úrsula Corberó. Yo sabía quien era
esta muchacha, pero no me suena de haber visto nada más suyo, aunque puedo
equivocarme por supuesto. El coprotagonista es Quim Gutiérrez. La cuestión es
que todos lo hacen más o menos bien, pero el toque Antena 3 que tiene la serie —no
tengo ni idea si participa aquí, pero vamos que yo sé de lo que hablo— la hace
desagradable. Terminar los capítulos con canciones muy forzadamente, al estilo
de un videoclip de Al salir de clase, saltos narrativos no siempre bien llevados
—conociendo la historia no te pierdes tanto, claro—, y como decía unos personajes
antipáticos. Ni la muchacha ni el amante ni el marido ni el novio asesinado, ni
los padres, ni la hija que es una sosainas de pocos años… Yo creo que han
suavizado mucho la sordidez de la cosa para hacerlo más digerible. El colofón
es una serie fake de Las cintas de… de Rosa Peral en este caso. Con entrevista
con la asesina condenada, con el padre, con la abogada —en la serie es pa
estamparla contra la pared— y con periodistas. En persona es verdad que
funciona más ese poder de seducción que dicen que tiene, más que en la ficción.
Se podía haber hecho todo en 4 episodios y no en 8 o 9 que tiene. Hay mucha
repetición. Supongo que lo querrán dar mascadito.
Otras cosas que he visto esta semana ha sido Historia de O, La criada, Shortbus,
un documental sobre los pedófilos en los Boys Scouts y yo que sé más…
Ya no retengo las cosas como antes. También un trozo de Masterchef Celebrity y
ya no me acuerdo de más.
Los caminos del dolor, la soledad y la decadencia vital son inescrutables.